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Helena Béjar

La dejación de España

Nacionalismo, desencanto y pertenencia


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El rapto de España

1. España, ¿nación o Estado?

En su viaje a América, Tocqueville distingue tres tipos de patriotismo. En primer lugar, el patriotismo natural o "amor por el país". Pasión irreflexiva o "amor instintivo", dicho patriotismo es un "instinto vago que se confunde con el amor por las costumbres antiguas, el respeto por los antecesores y la memoria del pasado". "Instinto indefinido", "orgullo irreflexivo", "suerte de religión", el patriotismo natural puede llegar a convertirse en un sentimiento más exaltado que el celo religioso, en un "patriotismo irritable" que evoca la pasión del nacionalismo: "Estas gentes parecen apestar a orgullo nacional", dice Tocqueville.
En segundo lugar, está el patriotismo de la Ciudad, es decir, de una comunidad cívica comprometida que se desarrolla con ayuda de las buenas leyes y crece con la práctica de los derechos, pues "en nuestra época el espíritu de ciudadanía me parece inseparable del ejercicio de los derechos políticos". A través del patriotismo cívico o de "las luces" se convierte un instinto en un sentimiento reflexivo y duradero que enlaza la virtud cívica, el interés por lo público y lo común, con el interés particular, el interés por los asuntos privados.
El tercer tipo de patriotismo, el americano, es en realidad una extensión del patriotismo anterior, de naturaleza racional. Es el llamado patriotismo americano, que no se limita al disfrute de los derechos -según el ideal de libertad liberal- sino que se ejerce sobre todo a través de la participación activa en las instituciones (así, en las asociaciones, los partidos y los jurados) que una verdadera sociedad democrática pone al alcance de unos ciudadanos implicados. Este tercer tipo de patriotismo enlaza la virtud antigua -el compromiso político- con el motor de los hombres modernos -el interés propio-. Ello es evidente en las asociaciones, instrumento de vinculación simultáneamente cívico y personal. Así, el patriotismo natural es hermano del nacionalismo, mientras que con el patriotismo de la Ciudad y con el americano se logra no sólo el disfrute de los derechos sino también el ejercicio de deberes para vincular cívicamente a los hombres. Así se forja la libertad política.
Pues bien, el discurso que analizo en este capítulo se relaciona con los dos últimos tipos de patriotismo tocquevilleano, mientras que el patriotismo natural será visto en los capítulos siguientes, dedicados al discurso nacionalista. Reencontraremos el llamado patriotismo americano, vinculado al asociacionismo. Y también el patriotismo de la Ciudad a través del énfasis que se pone en los derechos políticos.
A la pregunta "¿qué pasa con España?", los portavoces del discurso neoespañolista respondieron planteando la dicotomía entre Estado y nación, a la cual apenas dedicaron atención. Por su parte, la concepción de España como Estado se disgrega en varios sentidos. España es, en primer lugar, una institución, "un continente" que provee de seguridad a los individuos por representar "una voluntad integradora frente al exclusivismo del nacionalismo". En segundo lugar, España es un marco de derechos y garantías que protegen al individuo, "una herramienta que permite tener seguridad, realización personal y ejercer un ámbito de libertad". En tercer lugar, España entendida como Estado es el medio que provee bienes colectivos -como la sanidad y la educación-, es decir, el instrumento que reequilibra las desigualdades sociales y asegura la solidaridad. En cuarto lugar, es un conjunto de reglas comunes que han de ser aceptadas colectivamente para la convivencia. En quinto lugar, una serie de deberes públicos que protegen a la ciudadanía cívica.
Institución que confiere seguridad, marco de derechos y libertades y medio de provisión de bienes colectivos son formas de entender el Estado desde una perspectiva muy cercana al paradigma teórico liberal. Por el contrario, las alusiones a las reglas de convivencia cívica y a los deberes de los ciudadanos se vinculan con el paradigma republicano. La tradición teórica liberal entiende el gobierno como un instrumento para forjar los derechos de los individuos y los grupos. El republicanismo, tradición de pensamiento centrada en la participación política como medio prominente de realización humana, concibe el gobierno no de manera instrumental sino expresiva. Es un órgano de la comunidad política hacia la que el ciudadano tiene deberes, entre ellos el civismo, y que señala las reglas mínimas para una convivencia civilizada, así como la participación en la esfera pública. Esta acepción se puede vincular con el patriotismo racional de Tocqueville, consistente en la práctica de los derechos políticos, vertebrada por la participación.
En la comprensión de España como Estado se enfatiza que éste no es un "mero concepto jurídico que hace referencia a un contrato". España es, además, una "nación de ciudadanos con un proyecto común de convivencia", "un Estado de derecho que garantiza que tengo los mismos derechos que los nacionalistas, es decir, libertad". "Nación de ciudadanos" es una expresión que la retórica política no nacionalista -representada por todos estos grupos- reivindica y que subraya una idea cívica y voluntarista de nación, compuesta por ciudadanos, frente a la concepción étnica de la misma, referida a un pueblo y a una cultura común.

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