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Eva Illouz

Erotismo de autoayuda

Cincuenta sombras de Grey y el nuevo orden romántico


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1. Los best sellers y nuestro inconsciente social

Los que creemos que la modernidad ha significado un progreso significativo en la condición humana podemos expresar las diferencias que nos separan a "nosotros" (los modernos) de "ellos" (los habitantes de sociedades premodernas) haciendo referencia a los trenes rápidos, las comidas congeladas o las vacunas, o mejor aún, al derecho a votar, a oponerse a un dirigente político e incluso a derrocar a un presidente en ejercicio. Sin embargo, cuando queremos evaluar los enormes cambios ocurridos en los valores, en lo que da a las personas el sentido de su propio valor y de su pertenencia, lo que desean y lo que fantasean, cuál es el papel de la moralidad o hasta dónde tenemos clara nuestra identidad, las cosas están bastante más confusas. No solo es difícil saber qué enfocar para saber qué es lo que ha cambiado y cómo hemos cambiado nosotros, sino también establecer los criterios para evaluar qué es progreso y qué es decadencia en materia moral.
Son muchos los productos culturales que podrían servirnos para estudiar esos cambios en el tiempo. Una línea de investigación fascinante podría tomar los best sellers literarios como barómetros de valor y considerar las diferencias que separan a best sellers de diferentes épocas como marcadores de cambios. Dos libros publicados con tres siglos de distancia entre ellos ilustrarán lo que quiero decir: Robinson Crusoe de Daniel Defoe, publicado en Londres en 1719 y reimpreso seis veces en cuatro meses, y Cincuenta sombras de Grey [Fifty Shades of Grey] de E. L. James, una novela erótica que llegó al primer lugar en la lista de best sellers del New York Times en 2012 y se ha constituido como un éxito mundial asombroso. Entre esos dos best sellers hay no solo trescientos años sino un abismo de diferencias culturales, que se relacionan con lo que nos separa a "nosotros" (los modernos) de "ellos" (los premodernos).1
Robinson Crusoe es la novela epónima de su héroe solitario, un hombre que representa las sólidas virtudes de la clase de los comerciantes, orientada hacia el deber y el trabajo. La novela documenta el despertar religioso e introspectivo de un hombre solo en una isla desierta después de un naufragio y ensalza los valores del trabajo y la autotransformación. Nunca pone el foco en emociones, ni tampoco en relaciones sociales: de hecho, la única relación en la novela es la que Robinson crea con el nativo Viernes, una relación que es más una dominación colonial que un vínculo recíproco e igualitario. En realidad, la relación de Robinson con el mundo en general es de dominación y control, tanto sobre la tierra como sobre sus nativos (Watt, [1957] 2001). La novela contiene además algunas reflexiones del siglo XVIII sobre la relación entre la naturaleza y la sociedad, y buena parte del placer del libro deriva de ver a Robinson tomar posesión de la naturaleza a través de su comprensión precientífica de las reglas que gobiernan las mareas, el clima y los cultivos. No tiene ningún contenido erótico ni sentimental, o más bien, si contiene algún eros este debe encontrarse en el intercambio monetario, el comercio internacional, el trabajo agrícola y la producción, y en una incipiente autoconciencia de que Europa como región se ha desarrollado en forma que la hace superior a las demás. En ese sentido es la novela de una civilización que toma conciencia de sí misma como dominadora del mundo, y una novela sobre la fuerza de la comprensión científica en un individuo todavía inmerso en la fe.
Cincuenta sombras de Grey nos lleva a muy distintas a playas normativas. El primer volumen de lo que llegó a ser una trilogía se ubica en la costa oeste del Nuevo Mundo, en Seattle, y está narrado desde el punto de vista de una mujer adulta joven, una estudiante universitaria llamada Anastasia Steele (Ana), que todavía es virgen y que conoce a un hombre joven sumamente atractivo, rico y exitoso, Christian Grey. Por primera vez en su vida, Ana experimenta un intenso deseo sexual, y en Christian encuentra un compañero sexual desusado y excepcional. De hecho, hay algo que coloca a Christian muy lejos de otros hombres: solo entrará en una relación plena con Ana si ella firma un contrato en el que accede a convertirse en su "sumisa"; es decir, si acepta ser golpeada, azotada y atada, bajar los ojos en presencia de él, dormir las horas que él le dicte, comer solo las comidas y usar únicamente las ropas que él elija para ella. Además de ese contrato, Ana debe firmar un acuerdo de confidencialidad que le prohíbe divulgar la naturaleza de su relación.
Este libro, entonces, nos lleva a continentes de distancia de Robinson Crusoe. Su foco está casi exclusivamente en el amor, la intimidad y el sexo. Trata de la conquista no de tierras sino de sentimientos, los peligros no de paisajes remotos y desiertos sino de las relaciones íntimas, y no de la autoconciencia de Europa sino de la llegada a la edad adulta de una joven universitaria. Ese autodescubrimiento no es de naturaleza espiritual sino más bien de índole totalmente sexual e interpersonal. Lejos de respaldar la moralidad burguesa convencional, Cincuenta sombras de Grey presenta el proceso de establecer como cosa corriente prácticas sexuales fuera de lo común: esclavitud, disciplina, sadismo, masoquismo (BDSM, por las iniciales en inglés). La relación de dominación que se encuentra en el centro del libro es objeto de interminables reflexiones y negociaciones, y por último es sustituida por una relación de amor. Finalmente, mientras que Robinson Crusoe trataba de la aceptación de la autoridad parental, Cincuenta sombras de Grey trata de las cicatrices reales y simbólicas que dejan malos padres, al tiempo que nos vamos enterando de que Christian, el protagonista de la novela, tuvo una infancia traumática, secreto que los lectores solo irán descubriendo gradualmente. Más en general, mientras que Robinson Crusoe representaba el triunfo de una visión de la moralidad centrada en Europa y en la masculinidad, basada en los valores del trabajo y la autosuficiencia, Cincuenta sombras de Grey representa el triunfo final en la cultura de un punto de vista femenino, preocupado por el amor y la sexualidad, por las emociones, por la posibilidad (o imposibilidad) de formar lazos amorosos duraderos con un hombre, y por el entrelazamiento del dolor y el placer en las relaciones sexuales y románticas.

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